martes, febrero 26, 2008

II interesmiálica mediterránea

Comenzó pronto la mañana, más aún que un día laboral. Pero la perspectiva era interesante. La II interesmiálica mediterránea bien valía el madrugón. El vuelo era a las 8:10 y si bien ya tenía la tarjeta de embarque desde la tarde anterior me convenía estar en el aeropuerto sobre una hora antes. Ya cuando me acercaba al aeropuerto pude darme cuenta de la niebla que había en la zona. Al llegar mis sospechas se confirmaron. Las pantallas lucían un bonito “retraso” al lado de todos los vuelos de esa mañana. David y Kike, dos amigos que trabajan en “Air Nostrum” y que tenían curro esa mañana, no hicieron otra cosa que cuantificar el retraso. Si todo iba bien el avión llegaría de Menorca sobre las 9 y con un poco de suerte a las 9:20 despegaría. La niebla no solo me chafó los planes a mi, ya que ambos estaban sin poder currar. Los retrasos les modificarían todo el trabajo de la mañana, pero en esos momentos solo podían estar esperando. Deportes y diversos juegos de mesa fueron el tema de conversación que nos ayudó a pasar el rato. He de comentar que tenemos prohibido hablar del WoW ante Kike, ya que esta un poco harto al ser el único de este grupo de amigos que no juega al WoW, y claro se queda totalmente fuera de la conversación. También estaba pensando en el tren que tenía que coger en Valencia hasta Gandía. Con ese retraso me sería imposible pillarlo a no ser que tuviese un golpe de suerte. Este llego por partida doble. En primer lugar el avión no repostaría en Palma, según me explicó David con solo 15 pasajeros y saliendo desde Menorca debía ir con el depósito lleno, así que a las 9 podríamos despegar. El segundo golpe de suerte fue cuando llamé a Vestri para explicarle mi retraso y me comentó que la gente de Edhellond nos llevaría desde Valencia hasta Dénia en coche. Así que quedamos a las 10:30 en la estación de tren. Las cosas mejoraron con una pasmosa facilidad.

Al no haber facturado, salir del aeropuerto de Manises fue sencillo. De allí me fui directo a la estación de metro y rápidamente localicé la estación de tren. En poco menos de media hora llegaba a la estación. Además había llegado a la hora acordada. Vestri apareció al poco rato y casi al momento llegó Helios “Imrahil”. Nos comentó que al final serían cuatro los miembros de Edhellond los que se habían apuntado y partimos en su búsqueda. Después de cruzar Valencia nos pudimos reunir con el resto de componentes de la expedición y nos dividimos en los dos coches. A Vestri y a mi nos tocó compartir vehiculo con “Yavanna”, que hacía poco que tenía el carnet, pero que demostró que se lo había ganado de forma merecida. Entre las muchas cosas que comentamos nos hizo gracia la cantidad de ingenieros (en mi caso licenciado en informática, que no es una ingeniería, pero como si lo fuera) que habían en la STE, y más concretamente que iban a la interesmiálica.



Estación de tren de Valencia


A poco de llegar a Dénia ya nos encontramos el resto de tokendilis. Lórien con seis expedicionarios era el grupo más numeroso. ¿Que puedo decir de ellos? Mi segundo Smial, mi segunda casa. Aüle e Ilmendil llegados desde el puerto de Umbar, y no puedo dejar de olvidarme de los anfitriones. Mithlond nos recibió a todos con los brazos abiertos.

Cuando se gestó la primera interesmiálica la idea era sencilla. Vernos, sin tener que organizar nada grandilocuente, ni mereths, ni teatros ni florituras. Simplemente vernos y disfrutar juntos de una comida y de una excepcional sobremesa. Y bien que se cumplió. La comida fue esplendida y abundante. Pulpo, calamar, lomo,… desfilaban delante nuestro a un ritmo vertiginoso. Antes de acabar los entrantes ya estaba lleno. Pero aún así no pude resistirme a repetir dos veces de la paella increíble que vino después. Bueno eran dos paellas, ya que 17 personas son difíciles de alimentar y más si la mayoría tiene un estómago hobbit. El postre, café y licor cerraron una comida digna de recordar. En especial el postre que se tomaron Áurea y Begonia, adictas declaradas al chocolate.



Vestri haciendo los honores a la paella



Después de la comida, eran pasadas las cinco de la tarde cuando nos levantamos de la mesa, teníamos que ayudar a la digestión. Primero ir al hotel a dejar las cosas y coger la llave de la habitación, y dejar este punto cerrado. Un paseo por Dénia sirvió para descubrir que tienen su propia Moria, aunque sin Balrog. El refugio antiaéreo de la Guerra Civil debajo del castillo saco a relucir nuestra vena tolkendili y nos imaginamos cual compañía del anillo evitando el Caradhras. Un paseo por el puerto dio tiempo para ponernos al día con los que habían estado lejos en la mesa. Cambios de trabajo, esa hipoteca que no se ha aceptado, ese proyecto que esta en el horno esperando llegar a buen puerto, y muchas más cosas acompañaron al paseo que nos llevó hasta un pub irlandés en donde tomamos una copa. Un friki-trivial sirvió para hacernos unas risas. He de reconocer que no soy tan friki como me pensaba ya que muchas de las preguntas que me hicieron no me sonaban de nada, en especial las de manga. Costó acertarlas, aún así nos lo pasamos muy bien hasta que llegó la hora de la primera despedida. Umbar y Edhellond cogían sus navíos y embarcaban hacia sus respectivos puertos. Hasta la próxima, amigos.



Después de la comida el paseo nos ayudó con la digestión


Ya empezaba a ser la hora de ir a cenar. Se decidió ir a un hindú, que aunque no son de mi agrado, acepté la decisión de la mayoría. El problema con estos restaurantes es que, a mi gusto, tanta especia mata el sabor y todo me sabe igual. Tuve la suerte de que Elena es alérgica a algunas especias y me pude escaquear con ella a un italiano de por allí cerca. Después de la cena no hubo tiempo para mucho más. Vestri y Elena tenían que madrugar para llegar a Barcelona por la mañana. Así que nos fuimos de regreso al hotel. Aún hubo tiempo para unos chupitos, unas galletitas y unos bombones antes de irnos a dormir, pero la fiesta acabó pronto. No era cuestión de que alguien perdiera el tren a las 6 de la mañana.


Los perfectos anfitriones


El día empezó con Isil llamándome a la puerta. Si, me quedé dormido, mejor dicho no me desperté. Desayuno en el hotel, aceptable, y nos embarcamos hacia el “Arca de Noé”, situado cerca del municipio de Guadales. El Arca, estaba cerrada, así que no pudimos disfrutar de ver a los numerosos animales que hay allí, así que nos fuimos hacia el pueblo, claramente turístico, y pasar el resto de la mañana por allí. Hasta que sin darnos cuenta ya eran la 1 y teníamos que emprender el viaje de regreso. Nos despedimos de Mithlond con un excelente sabor de boca, sabiendo que habíamos pasado un fin de semana irrepetible. Se me olvidaba, por mucho que nos quejemos de la construcción en Mallorca, ni comparación con Benidorm, y eso que solo lo vimos de lejos. Me daban escalofríos.


El castillo de Guadalés


Embalse de Guadales


Aunque el día no acompañó, nos pudimos hacer la foto


La gente de Lórien no tubo inconveniente en acercarme hasta Valencia (como los quiero), y como aún quedaban varias horas antes de que saliera el avión acabamos en Quart de Poblet comiendo en un restaurante asiático. Después poco más. Despedida en el aeropuerto, pillar tarjeta de embarque y de vuelta a Tol Eressëa.

Gracias a todos por este fin de semana tan esplendido.

2 comentarios:

Pedro dijo...

El entorno: Bien
La comida: Muy bien
La compañía: Lo mejor

:)

Aulë

Narya-Mithrandir dijo...

Que buena pinta todo ^^

Ha tenido que ser genial, que envidia!!!! (sana)

Besos.