Recuerdos desde Madrid (ii)

Otro buen recuerdo del viaje a Madrid fue la escapada que pude hacer a Salamanca. No conocía la ciudad, pero pude ver con mis propios ojos lo bonita que era. Solamente pude estar en ella el viernes y la mañana del sábado (recuperándome de la fiesta del viernes por la noche, eso si), pero aún así tuve tiempo de ver parte importante de la ciudad, así como una tienda de sofás horrorosa (el chofer y mi anfitrión quería comprarse uno, pero ante tales ataques a la vista, desistió sabiamente de su propósito).

Quedé asombrado de lo que vi. Las dos catedrales, los restos de la muralla románica. Me indicaron donde está el huerto de Calixto y Melibea donde se dice se sitúa la trama de “La Celestina”. El palacete modernista de la Casa de Lis me gustó mucho. No quiero olvidarme de la Casa de las Conchas o diversos edificios de la Universidad, pero seguro que me dejo muchos, muchos lugares preciosos. Desgraciadamente solamente me acordé de sacar fotos en la plaza Mayor. Pero bueno, peor fue en la mereth de Pelargir que no me acordé ni una sola vez de ella.

Foto de la Plaza Mayor.


Otra foto en la plaza Mayor con Eva, que me tuvo que aguantar como ocupa durante mi estancia en Madrid



Bueno, en resumen, me gustó Salamanca, no para vivir allí, pero me gustó. Dar la enhorabuena al Smial de Acebeda por tener una ciudad muy especial.(creo que es Acebeda, no estoy muy seguro.

Después toco salir a descubrir la noche. Aunque la verdad al ser puente la cosa, en teoría, seria flojita. Aun así destacar unos cuantos garitos donde me lo pase muy bien, y que además me acuerdo de sus nombres (o eso creo). Uno de ellos fue la biblioteca. Fue muy interesante entrar en una biblioteca no para estudiar sino para beber y escuchar música. Otro local que también tiene una tradición académica era el British Museum, que tampoco estuvo nada mal. Sobre las cinco acabamos en “El puerto de Chus”, otro local bastante interesante. He de reconocer que acabé reventado ya que era el primer día del viaje y había sido un poco durillo, así que acabé pidiendo la hora, aunque como siempre al no beber me toco llevar el coche a mí.

Al día siguiente el sol me despertó, bueno fue el teléfono, a las 2 de la tarde y empezó una carrera contrarreloj para poder llegar a Madrid a tiempo para poder ir a la cena del aniversario de Numenor.

Ah! y la comida estuvo de muerte!!!