martes, agosto 05, 2008

Historia de dos canciones

Corre el año 1991. Enrique está componiendo las canciones que darán forma a “Adiós tristeza”. Estando en el Bwana, un bar de Madrid, se encuentra con Joaquín, y allí mismo le pregunta si tiene algo que pueda utilizar ya que la musa de la inspiración lo tiene un poco abandonado. En el mismo sitio Joaquín le da un papel con dos estrofas medio garabateadas.

Fue en un pueblo con mar una noche después de un concierto
Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto.


A Enrique le encanta la letra y, en el mismo taxi que lo lleva a casa, acaba de dar forma a la letra de lo que sería la canción “ojos de gata”.

“Cántame una canción al oído te sirvo y no pagas”.
“Sólo canto si tú me demuestras que es verde la luz de tus ojos de gata”.


Por su parte Joaquín también esta trabajando en su nuevo disco, y retoma las dos estrofas y termina siendo otra canción, que titula “y nos dieron las diez”.

“Cántame una canción al oído y te sirvo un cubata”
“Con una condición: que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata”


Más tarde Enrique llamó a Joaquín para comentarle que las dos estrofas que le prestó se han convertido en una canción y que la piensa incluir en su próximo disco, y tenían previsto que fuese single en octubre o abril del 92. A ello Joaquín le contesta que el también ha continuado trabajando en la canción, pero que no piensa sacarla en su próximo disco (Física y Química).

Según parece Joaquín sí que escucho la versión de Enrique, según Enrique en Noviembre del 91 en Gran Canaria, mientras que Enrique solamente escucho la versión de Joaquín cuando salió al mercado “Física y Química” en abril del 92, siendo además el primer single del LP.

Remarcar que mientras la versión de Enrique reconoce a Joaquín y a Enrique la autoría de la canción, la versión de Joaquín solamente reconoce a él mismo como autor de la música y letra.

Respecto a las canciones reconocer que el final de cada canción marca claramente la personalidad de los autores. Mientras Joaquín no puede evitar triunfar con la camarera, Enrique demuestra su faceta de “perdedor”.

Loco por que me diera la llave de su dormitorio
esa noche canté al piano del amanecer todo mi repertorio.
Con el "Quiero beber" el alcohol me acunó entre sus mantas
y soñé con sus ojos de gata pero no recordé que de mí algo esperaba.
Desperté con resaca y busqué pero allí ya no estaba.
Me dijeron que se mosqueó porque me emborraché y la usé como almohada.
Comentó por ahí que yo era un chaval ordinario,
pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario.



Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
“Cuidado, chaval, te estas enamorando”,
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de tu falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola…
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecía como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-”Se que no lo soñé”-
protestaba mientras me esposaban los municipales
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.