Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto.
“Sólo canto si tú me demuestras que es verde la luz de tus ojos de gata”.
“Con una condición: que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata”
Según parece Joaquín sí que escucho la versión de Enrique, según Enrique en Noviembre del 91 en Gran Canaria, mientras que Enrique solamente escucho la versión de Joaquín cuando salió al mercado “Física y Química” en abril del 92, siendo además el primer single del LP.
Remarcar que mientras la versión de Enrique reconoce a Joaquín y a Enrique la autoría de la canción, la versión de Joaquín solamente reconoce a él mismo como autor de la música y letra.
Respecto a las canciones reconocer que el final de cada canción marca claramente la personalidad de los autores. Mientras Joaquín no puede evitar triunfar con la camarera, Enrique demuestra su faceta de “perdedor”.
esa noche canté al piano del amanecer todo mi repertorio.
Con el "Quiero beber" el alcohol me acunó entre sus mantas
y soñé con sus ojos de gata pero no recordé que de mí algo esperaba.
Desperté con resaca y busqué pero allí ya no estaba.
Me dijeron que se mosqueó porque me emborraché y la usé como almohada.
Comentó por ahí que yo era un chaval ordinario,
pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario.
Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
“Cuidado, chaval, te estas enamorando”,
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de tu falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola…
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecía como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-”Se que no lo soñé”-
protestaba mientras me esposaban los municipales
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.